Toda su vida había deseado un caballo como mascota. Su consentida infancia estaba repleta de promesas sobre aquel animal, y llena de diminutos dibujos de equinos tanto mágicos como reales en sus cuadernos. Ni siquiera durante su adolescencia había olvidado aquella pasión por aquellos extraordinarios animales ya que se había prometido a sí misma que se convertiría en veterinaria para poder encontrarse aún más cerca de ellos.
Y así lo había hecho...
Pero a pesar de su anhelo, la esperanza de algún día obtenerlo como mascota y poder formar una amistad basada en confianza comenzaba a esfumarse.
Jamás creyó que a la edad de veinticinco años lo lograría. Que un divertido caballo al que llamó Rainbow, aparecería finalmente en su vida con un encuentro casual pero que parecía escrito por el destino:
Un día de verano casi por acabar, había decidido tener una aventura con unos amigos y visitar un lago en un bosquecito cercano. Pasaron juntos todo el día. Aquel lugar parecía mágico, y el atardecer le daba un aspecto de cuento de hadas que admiraron por un largo rato. Aquel lugar estaba en la nada, nadie lo visitaba. Nadie se acercaba. Sin embargo ella, y solo ella pudo hacerlo...vislumbró una sombra que se acercaba caminando de entre la sombra de los arboles. Minutos más tarde, cuando pudo observarlo mejor, vio que aquella sombra no caminaba, sino que galopaba. Entonces no esperó a que aquel hermoso animal terminara su recorrido hacia ella, sino que se lanzó a su encuentro corriendo sin parar hasta llegar a él. El resto de sus amigos le gritaron todos sus temores respecto a él, ya que no sabían que tan salvaje podía ser. Pero a ella no le importaba absolutamente nada, más que estaba por cumplir su más deseado sueño.
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